La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta. La caridad no acaba nunca. Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad.

jueves, 11 de noviembre de 2010

BOLIVIA Y SUS ALMAS DIFUNTAS.

En Bolivia, la fiesta de Todos los Santos y los Fieles Difuntos, es toda una fiesta nacional muy arraigada en la cultura y en el pueblo.
Se celebra en todo el país, si bien nosotros hemos conocido a fondo la costumbre paceña y un poco de la potosina.

La celebración de las almas difuntas es ya previa a la cristianización y ha supuesto un gran reto para ésta. La tradición y la creencia popular dice lo siguiente:
El día 1 de noviembre (Todos los Santos) hay que poner en la casa una mesa conmemorativa del o de los difuntos de la familia. En la mesa se pone una foto y la comida y la bebida que le gustaba en vida. Se ponen unos palillos o cucharas a todos los platos y vasos, ya que se cree que ese primer día el alma baja a la tierra y degusta todo lo que le ponen. Las casas se abren para que la gente entre a rezar delante de la mesa, porque así todos ayudamos a que ese alma llegue antes al cielo. Como agradecimiento, las familias te dan pan casero y masitas (galletas, pastas, empanadas, etc). Es todo un momento de compartir con los demás y de unión familiar. Toda la familia comienza el día antes a hacer pan y a preparar todo.

El pueblo aymara no cree en el infierno, pero sí en el cielo. Cuando alguien muere no es tan triste, ya que todo el mundo acaba en el cielo, aunque el camino hacia él es más largo o más corto en función de cómo te hayas portado en vida y si has cumplido el destino para el cual llegaste a nacer. Siempre se tiene presente a los difuntos y se reza por ellos para acortar su camino: es una obligación familiar.




La mesa es todo un ritual y todo lo que hay está lleno de significado. A parte de la comida y la bebida a gusto del difunto, hay una serie de cosas que hay que poner obligatoriamente, ya que son ofrendas:
- Panes:
- T’anta Achachi à representa a los difuntos mayores
- T’anta awila à simboliza las almas femeninas
- T’anta wawa à almas de los niños o angelitos.
- Sol y luna à se encargan de iluminar el camino de ida y vuelta al alma
- Caballo o llama à el alma carga las ofrendas que le dieron los vivos.
- Escalera à sirve para que el alma cruce los obstáculos y para subir al cielo.
- Corona à simboliza la corona de Cristo.
- Masitas:
- Bizcochuelos à representa la tumba
- Maicillos
- Frutas y otros:
- Frutas de temporada
- Caña de azúcar à sirve para dar sombra al alma y como bastón.
- Cebolla à para calma la sed en el largo camino de retorno del alma.
- Chicha morada à para calma la sed cuando el alma llega a la tierra.
- Dulces y suspiros
- Pipocas y pasancalla
- Papel en forma de cadena de color amarillo y morado, que representa la unión entre la vida y al muerte.
- Velas à luz y guía en el camino y representa la ascensión del alma.
- Flores à dan la bienvenida al difunto.



El día 2 de noviembre (Fieles difuntos) es cuando sufrimos en famoso “choque cultural”. Así como el día anterior descubrimos algo bonito, una tradición de acogimiento, de compartir, de hospitalidad y generosidad (independientemente de la creencia de la bajada de las almas), este día nos creó un poco de desconcierto.
Es el día en que se va al cementerio, pero no sólo se va a rezar y llevar flores, sino que se va a celebrar. Las familias se van a pasar el día entero a la tumba de sus familiares y allí comen y algunos, tristemente, beben hasta emborracharse.
El ambiente es realmente de fiesta, de romería. Hay noria, hinchables para los niños, vendedores de helados y nosotros vendiendo gelatinas para sacar dinero para la actividad de colonias. El cementerio está masificado y las familias celebran la vuelta del alma a su camino hasta el cielo, porque ya se termina la estancia del alma en la tierra.
Además, si el difunto ya ha fallecido hace tres años, se celebra más y la familia contrata una banda de música para despedirle. Se supone que al tercer año el alma ya va a llegar al cielo, porque más o menos es el tiempo que creen suficiente para hacer el camino.

En definitiva, una fiesta increíblemente sentida y vivida. Aunque haya muchos aspectos que no hayamos entendido, hemos estado con los ojos, los oídos, la mente y el corazón bien abierto para aprender, disfrutar y empaparnos de la tradición de un país que nos da un ejemplo de cómo no hay que olvidar a los familiares difuntos y seguir queriéndolos tanto como cuando vivían con nosotros.

Un abrazo



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