Los derechos de los trabajadores en Bolivia no existen. Tan sólo los tienes cuando te manifiestas, cortas una carretera o quemas algo. Sólo así te suelen hacer caso.
Un ejemplo muy cercano:
Las educadoras de los centros infantiles (y una parte de Mururata) pertenecen a un programa de la alcaldía de El Alto: Programa PAN-MANITOS.
La alcaldía es la encargada de pagar los salarios mensualmente y de dar formación cada cierto tiempo.
¿Qué es lo que realmente pasa? Pues que no les suelen pagar a tiempo. Normalmente les pagan dos meses después y porque ellas salen a la calle o deciden no ir a trabajar. Lo que es suyo por derecho no se lo dan, y si se lo dan es por la fuerza.
No sólo pasa en la alcaldía, sino que las propias Juntas de Padres no pagan a las cocineras y porteros que ellos mismos contratan, ya que el Programa Manitos sólo ofrece educadoras.
Lo impresionante es que estas personas siguen viniendo a trabajar, porque es tanta la responsabilidad con los niños y niñas que no se sienten bien parando la actividad, aunque sea por ese grave motivo. Y eso que todas tienen sus hijos a los que cuidar y alimentar. ¿Con qué? Pues con muy poco.
Así ocurre en casi todos los empleos: no hay seguridad social, el trabajo suele estar mal pagado y trabajan más de ocho horas al día. Las condiciones de seguridad son invisibles, los contratos abusivos y los sindicatos, aunque sí existen y tienen bastante poder de acción no se organizan demasiado bien. Y esto es en los trabajos “formales”, es decir con contratos… imaginaros cómo es trabajar como “autónomo”, trabajar como vendedor de la calle.
Es una realidad bien triste e injusta del país, que luchan por cambiar y por crear unos derechos propios que les ayude a sobrevivir mejor.
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