La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta. La caridad no acaba nunca. Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad.

domingo, 21 de noviembre de 2010

El viernes día 12, Loli y Fani (la madre y amiga de Yoli, respectivamente) se volvieron de vuelta a Asturias, no sin unos buenos malentendidos y ajetreos en los aeropuertos.
Su estancia aquí ha sido muy positiva para todos: para ellas y para nosotros. Para nosotros porque nos han llenado de alegría y de movimiento, a unas alturas del año en que quizás ya estábamos un tanto “en-rutinados”. Las dos siempre con una sonrisa, a pesar de los múltiples síntomas de los 4.100 m. de altura, las dos siempre con tiempo y disponibilidad para cualquier cosa. Han sido unas buenas voluntarias, ya que han ayudado y participado en todas las actividades que el tiempo les ha permitido.

Se fueron ellas y vino Miguel.
Miguel es voluntario de Cáritas Avilés y está participando en el proyecto hermano de cooperación: Asturianos Cooperantes, dirigido a universitarios. Lleva ya dos meses en Santa Cruz de la Sierra y le queda otro más, con el Padre Juan Bravo, español. Está trabajando en dos colegios de Don Bosco, del Plan 3000 (en el noveno anillo), como educador. Al ser diplomado en educación especial, está dedicándose, sobretodo, a los alumnos con dificultades de aprendizaje.
Tenía una semana libre, así que se decidió a venir a visitarnos. Ha sido muy bonito compartir pensamientos, formas de vivir, experiencias con un compañero en el otro lado del país. Y lo más importante: nos hemos reído un montón.

Ha sido positivo compartir estos momentos ahora, a finales de año. Ha servido para hacer una especie de balance con las personas que han venido, y siempre ha sido muy positivo. Ha servido para no pensar tanto en el final y disfrutar “a tope” de estos meses de primavera y de mucho calor, cuando el altiplano se vuelve algo verde y el rosal de casa florece.

Desde aquí dar las gracias a todos por querer compartir nuestra experiencia, aunque sea por medio de un blog; pero sobretodo un GRACIAS más grande a las personas que se han decidido a compartirla desde muy cerquita: Mario, Javi y Elena, Loli y Fani, y Miguel. Han sido un testimonio precioso de cómo se da el tiempo, incluso tus vacaciones, por ayudar a los demás, por conocer, por valorar lo diferente y aprender de ello. También nos hemos sentido queridos y apoyados por cada uno de ellos, y no se puede negar que eso nos llena y hace que sea una parte muy importante de este 2010.

Y ahora, con muchísimo trabajo en la Fundación y en la parroquia, a terminar el curso: exposiciones en los centros infantiles, vender las primeras frutillas en la Ceja, el aniversario de una semana del Kürmi, preparar el nuevo taller de manualidades en el Mururata, las evaluaciones, la capacitación a todos los educadores del enfoque pedagógico, organizar el viaje a Chile, la despedida de Techi, los cumpleaños de todos los hijos del Carnaval (hoy el de Carlos), el concierto, la actividad de Colonias de verano, las cenas del trabajo, vender gelatinas, etc… ¡un mes muy entretenido!

Así, que con tal cantidad de actividades, nos vamos y nos vemos la semana que viene, si Dios quiere.

Un abrazo a tod@s.

jueves, 11 de noviembre de 2010

BOLIVIA Y SUS ALMAS DIFUNTAS.

En Bolivia, la fiesta de Todos los Santos y los Fieles Difuntos, es toda una fiesta nacional muy arraigada en la cultura y en el pueblo.
Se celebra en todo el país, si bien nosotros hemos conocido a fondo la costumbre paceña y un poco de la potosina.

La celebración de las almas difuntas es ya previa a la cristianización y ha supuesto un gran reto para ésta. La tradición y la creencia popular dice lo siguiente:
El día 1 de noviembre (Todos los Santos) hay que poner en la casa una mesa conmemorativa del o de los difuntos de la familia. En la mesa se pone una foto y la comida y la bebida que le gustaba en vida. Se ponen unos palillos o cucharas a todos los platos y vasos, ya que se cree que ese primer día el alma baja a la tierra y degusta todo lo que le ponen. Las casas se abren para que la gente entre a rezar delante de la mesa, porque así todos ayudamos a que ese alma llegue antes al cielo. Como agradecimiento, las familias te dan pan casero y masitas (galletas, pastas, empanadas, etc). Es todo un momento de compartir con los demás y de unión familiar. Toda la familia comienza el día antes a hacer pan y a preparar todo.

El pueblo aymara no cree en el infierno, pero sí en el cielo. Cuando alguien muere no es tan triste, ya que todo el mundo acaba en el cielo, aunque el camino hacia él es más largo o más corto en función de cómo te hayas portado en vida y si has cumplido el destino para el cual llegaste a nacer. Siempre se tiene presente a los difuntos y se reza por ellos para acortar su camino: es una obligación familiar.




La mesa es todo un ritual y todo lo que hay está lleno de significado. A parte de la comida y la bebida a gusto del difunto, hay una serie de cosas que hay que poner obligatoriamente, ya que son ofrendas:
- Panes:
- T’anta Achachi à representa a los difuntos mayores
- T’anta awila à simboliza las almas femeninas
- T’anta wawa à almas de los niños o angelitos.
- Sol y luna à se encargan de iluminar el camino de ida y vuelta al alma
- Caballo o llama à el alma carga las ofrendas que le dieron los vivos.
- Escalera à sirve para que el alma cruce los obstáculos y para subir al cielo.
- Corona à simboliza la corona de Cristo.
- Masitas:
- Bizcochuelos à representa la tumba
- Maicillos
- Frutas y otros:
- Frutas de temporada
- Caña de azúcar à sirve para dar sombra al alma y como bastón.
- Cebolla à para calma la sed en el largo camino de retorno del alma.
- Chicha morada à para calma la sed cuando el alma llega a la tierra.
- Dulces y suspiros
- Pipocas y pasancalla
- Papel en forma de cadena de color amarillo y morado, que representa la unión entre la vida y al muerte.
- Velas à luz y guía en el camino y representa la ascensión del alma.
- Flores à dan la bienvenida al difunto.



El día 2 de noviembre (Fieles difuntos) es cuando sufrimos en famoso “choque cultural”. Así como el día anterior descubrimos algo bonito, una tradición de acogimiento, de compartir, de hospitalidad y generosidad (independientemente de la creencia de la bajada de las almas), este día nos creó un poco de desconcierto.
Es el día en que se va al cementerio, pero no sólo se va a rezar y llevar flores, sino que se va a celebrar. Las familias se van a pasar el día entero a la tumba de sus familiares y allí comen y algunos, tristemente, beben hasta emborracharse.
El ambiente es realmente de fiesta, de romería. Hay noria, hinchables para los niños, vendedores de helados y nosotros vendiendo gelatinas para sacar dinero para la actividad de colonias. El cementerio está masificado y las familias celebran la vuelta del alma a su camino hasta el cielo, porque ya se termina la estancia del alma en la tierra.
Además, si el difunto ya ha fallecido hace tres años, se celebra más y la familia contrata una banda de música para despedirle. Se supone que al tercer año el alma ya va a llegar al cielo, porque más o menos es el tiempo que creen suficiente para hacer el camino.

En definitiva, una fiesta increíblemente sentida y vivida. Aunque haya muchos aspectos que no hayamos entendido, hemos estado con los ojos, los oídos, la mente y el corazón bien abierto para aprender, disfrutar y empaparnos de la tradición de un país que nos da un ejemplo de cómo no hay que olvidar a los familiares difuntos y seguir queriéndolos tanto como cuando vivían con nosotros.

Un abrazo